La acumulación de adiposidad visceral puede alterar la sensibilidad del cerebro a la retroalimentación de estímulos provenientes de órganos internos del cuerpo. Una adiposidad visceral más alta se asoció con una conectividad disminuida entre la ínsula medio dorsal y un grupo que involucra el hipotálamo y el núcleo del lecho de la estría terminal, por tanto, el antojo de alimentos está mediado por la grasa visceral.