Frecuentes: depresión nerviosa, alucinaciones, confusión, ansiedad, ataxia, mareos, insuficiencia cardiaca, hipotensión ortostática, livedo reticularis (manchas rojo-púrpura, bien delimitadas, en la piel).
Poco frecuentes: vomito, resequedad de la boca, cefalea, disnea, cansancio, insomnio.
Raras: convulsiones, leucopenia, erupción cutánea, trastornos visuales, dificultad o dolor al orinar, disminución del volumen urinario, erupción cutánea, neutropenia, pancitopenia o leucopenia, cansancio exagerado, ictericia (hepatitis). Las reacciones adversas más graves se deben a sobredosis aguda y consisten en necrosis del hígado, necrosis tubolorrenal y como hipoblucémico. Los síntomas iniciales de la hepatoxicidad son náusea, vómito y dolor abdominal. Ante la ingestión de dosis altas debe procederse a la inducción del vómito o al lavado gástrico, seguido de la administración oral de carbón activado, dentro de las primeras 4 horas después de la ingesta.
La administración oral del antídoto acetilcisteína ofrece ventajas si se administra antes de que transcurran las primeras 10 horas de la ingestión del fármaco. En caso de haber administrado carbón activado, es necesario que se elimine antes de administrar acetilcisteína, ya que interfiere con la absorción de este antídoto.
Náuseas vómito dolor epigástrico sequedad de boca somnolencia y sedación; erupción cutánea prurito.
Hipotensión o elevación transitoria de la presión arterial arritmias ventriculares. Ligero nerviosismo dificultad de concentración. Dificultad para la micción.