CALLOS

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Los callos o callosidades aparecen como consecuencia del incremento de tejido queratinizado en sitios de apoyo, excesiva presión o fricción constante de la piel, lo que ocasiona engrosamiento de las capas cutáneas, así como resequedad y aparición de escamas en el área.

Los callos en los pies aparecen debido al frecuente roce de la piel con el calzado, en tanto una callosidad puede formarse en las manos o las plantas de los pies; en ambos casos, rara vez constituyen problema grave.

Conviene poner atención en aquellos factores que causan callos, como la fricción constante, por ello se recomienda evitar el uso de calzado incómodo, mantener una humectación constante en el área mediante la aplicación de productos hidratantes después del baño, así como evitar el sobrepeso.

Ahora bien, para el tratamiento de los callos se pueden utilizar medicamentos queratolíticos, emolientes y cremas que contengan sustancias como urea o ácido salicílico, las cuales ayudan a reducir la producción excesiva de queratina. En casos graves, en los que la enfermedad provoca gran molestia, es posible recurrir a procedimientos de consultorio como láser para tratarlos.

Es completamente erróneo que los callos deban eliminarse con lijas o tallándolos, ya que esta práctica fomenta precisamente lo que se pretende combatir, es decir, un incremento del engrosamiento de dichas áreas.