Influencia de la microbiota y probióticos en la obesidad
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La prevalencia de obesidad está en continuo crecimiento en todo el mundo, especialmente en países industrializados y representa uno de los problemas de salud global más importantes, al ser vinculada con la aparición de múltiples comorbilidades como hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2, esteatosis hepática no alcohólica y enfermedad cardiovascular, entre otras.
Fisiopatología de la obesidad
Según datos del Estudio de Nutrición y Riesgo Cardiovascular en España, investigación poblacional más reciente de factores de riesgo cardiovascular realizado en el país, 16.5% de la población tiene sobrepeso (índice de masa corporal [IMC] 25-30 kg/m2), 21.7% presenta obesidad leve o moderada (IMC 30-40 kg/m2), y 1.2% obesidad grave o mórbida (IMC > 40 kg/m2).
Desde un punto de vista simplista, la fisiopatología de la obesidad se puede explicar por un balance energético positivo, con mayor energía ingerida que consumida, que mantenido durante largo periodo de tiempo conduce al acúmulo de grasas en los adipocitos y, en consecuencia, a un incremento ponderal. Sin embargo, la fisiopatología de esta enfermedad es mucho más compleja e intervienen factores adicionales como metabolismo basal, factores genéticos y ambientales.
La composición de la microbiota del individuo y los procesos de disbiosis o desequilibrio que se produzcan pueden originar un cambio en la composición y/o función de la misma.
Microbiota y obesidad
La microbiota intestinal se puede definir como el conjunto de comunidades de microorganismos vivos colonizadores del intestino. En el momento previo al nacimiento, el intestino es estéril y se coloniza por completo durante el primer año de vida. El tipo de parto y lactancia materna desempeñan un papel significativo en la estabilización de la microbiota. A continuación, la microbiota se modifica con la edad, hábitos dietéticos y factores ambientales, entre los cuales cabe destacar la antibioticoterapia.
Existen múltiples estudios, tanto en modelos animales como en humanos, que relacionan la alteración de la microbiota intestinal con la presencia de obesidad.
La homeostasis energética del huésped se puede modificar, en función de su capacidad para cambiar el metabolismo del individuo y su contribución en la regulación del consumo de energía. Con la evidencia actual, no está claro qué perfil de microbiota se asocia con la presencia de obesidad, aunque en modelos animales parece estar relacionado con una mayor proporción de bacterias del phylum Firmicutes, en detrimento de los del phylum Bacteroidetes.
Otros factores claramente involucrados serían la diversidad en la microbiota intestinal o sus posibles cambios funcionales.
Conclusiones
Se necesitan más estudios en humanos para aclarar cómo la disbiosis puede influir en el control del peso. Por otro lado, los probióticos afectan directamente la microbiota intestinal, modulando su composición y, posiblemente, su funcionalidad.
Gran número de estudios en humanos han evaluado el impacto de los probióticos en la obesidad. Aunque esta intervención puede tener un efecto potencialmente beneficioso, se necesita más esfuerzo para aclarar qué cepas de probióticos deben recomendarse, a qué dosis y durante cuánto tiempo.
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