Cribado del cáncer de próstata mediante antígeno prostático específico: perspectiva del médico en atención primaria y en el laboratorio clínico

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El cáncer de próstata es el más frecuente en hombres. El antígeno prostático específico es una prueba diagnóstica muy conocida, usada y polémica debido a las discrepancias sobre su eficacia como cribado.

Uso del antígeno prostático específico

 En Estados Unidos, en 2012, la US Preventive Services Task Force (USPSTF) se manifestó en contra de la utilización del antígeno prostático específico en el cribado del cáncer de próstata. Esta recomendación fue muy polémica y ha influido sobre la práctica clínica, llevando hacia una rápida desaparición del cribado en atención primaria.

En 2017, la nueva recomendación de la USPSTF indica ahora que la decisión de realizar la determinación de antígeno prostático específico es individual y que los clínicos deben informar a los hombres de entre 55 y 69 años de los potenciales beneficios y riesgos de medir el antígeno prostático específico.

Los constantes avances, con cambios en las recomendaciones para adaptarse a ellos, podrían provocar cierta confusión entre los profesionales sanitarios. En casos como este, cuando la evidencia científica disponible conduce a elaborar recomendaciones débiles, adquiere especial relevancia tomar decisiones compartidas y tener en cuenta las preferencias del paciente.

Cuestionario de solicitud

Se realizó un estudio de corte transversal basado en un cuestionario y en las solicitudes de detección de antígeno prostático específico de Primary Health Care (PHC) en hombres mayores de 49 años sin síntomas prostáticos.

En 2015, PHC en Cataluña solicitó antígeno prostático específico en 15.2% de los hombres. Un total de 114 médicos generales y 227 médicos de laboratorio participaron en el cuestionario. La edad media de quienes respondieron fue 43 años con una experiencia media de 17 años e incluyó 64% de mujeres.

Según los médicos generales, 61% de antígeno prostático específico se realizó a petición del paciente. El puntaje de incertidumbre al solicitar antígeno prostático específico fue de 5 puntos para los médicos generales y de 5.7 para los profesionales de laboratorio.

El interés en tener recomendaciones clínicas recibió 7.2 puntos en antígeno prostático específico y 8.8 en el laboratorio. El conocimiento sobre las diferentes guías de práctica clínica recibidas fue inferior a 5 puntos en general.

Conclusiones

Entre las limitaciones de este trabajo destaca que la detección del cáncer de próstata se basa principalmente en la determinación de antígeno prostático específico sérico y en el tacto rectal. Se tuvo acceso a datos sobre las determinaciones de antígeno prostático específico utilizadas como cribado en la atención primaria, excepto en el 2014, pero se desconocen los datos sobre los tactos rectales efectuados. Por ello, queda la duda de si el tacto rectal también ha ido disminuyendo, a semejanza de lo sucedido en Estados Unidos.

Los médicos generales solicitaron el examen de antígeno prostático específico en casi una sexta parte de los hombres mayores de 49 años sin enfermedad de la próstata, a menudo a petición del paciente y luego de informarles sobre los beneficios y riesgos.

Los médicos de laboratorio y los médicos de laboratorio estaban interesados en recibir recomendaciones e información, aunque generalmente no consultaban las guías de práctica clínica de inmediato.

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